“I’m Still Here”: Marcelo Rubens Paiva y el cine como memoria histórica

El escritor brasileño enfrenta amor y odio tras el éxito de la película basada en su libro sobre la dictadura de 1964-1985

La historia que sacudió a Brasil

El escritor Marcelo Rubens Paiva nunca imaginó que su libro “I’m Still Here” (2015) tendría tal impacto en la sociedad brasileña. La adaptación cinematográfica, dirigida por Walter Salles, no solo se convirtió en un éxito de taquilla en Brasil, sino que cosechó tres nominaciones al Óscar: mejor película, mejor película internacional y mejor actriz para Fernanda Torres.

La historia denuncia la brutalidad de la dictadura militar en Brasil (1964-1985), centrándose en la desaparición de Rubens Paiva, padre del autor, y la incansable lucha de su madre, Eunice, para esclarecer la verdad. Sin embargo, este éxito también ha desencadenado ataques y amenazas contra el autor, especialmente de la extrema derecha.

Un pasado que no debe olvidarse

Rubens Paiva, un político de izquierda, desapareció en 1971 después de ser arrestado por el régimen militar. Su familia luchó durante décadas para obtener justicia en un país que aprobó una ley de amnistía en 1979, impidiendo que militares responsables de crímenes de lesa humanidad fueran juzgados.

Marcelo Rubens Paiva ya había experimentado el éxito con su libro autobiográfico “Feliz Ano Velho” (1982), que relata su vida antes y después del accidente que lo dejó en silla de ruedas. Sin embargo, sentía la responsabilidad de contar la historia de su padre, en un contexto donde muchas familias aún buscan justicia.

El impacto del cine y la polarización política

La película comenzó a llamar la atención tras ganar el premio al mejor guion en el Festival de Cine de Venecia. Desde entonces, ha provocado reacciones extremas: mientras muchos brasileños la ven como un acto necesario de memoria histórica, sectores conservadores la han calificado de propaganda política.

Uno de los principales críticos ha sido el expresidente Jair Bolsonaro, quien durante años ha difundido teorías falsas sobre la muerte de Rubens Paiva, incluso escupiendo sobre su estatua en el Congreso en 2014. Bolsonaro y sus aliados insisten en que las víctimas de la dictadura murieron en una “guerra” contra el comunismo, minimizando las atrocidades documentadas por la Comisión Nacional de la Verdad, que identificó al menos 434 víctimas del régimen.

Un reconocimiento tardío

El impacto de “I’m Still Here” no solo fue cinematográfico. En enero de 2025, el certificado de defunción de Rubens Paiva fue actualizado para incluir la causa real de su muerte: “muerte violenta causada por el Estado brasileño en el contexto de la persecución sistemática a la población identificada como disidente del régimen dictatorial instaurado en 1964”.

Además, el Tribunal Supremo de Brasil anunció que revisará la posibilidad de juzgar a José Antônio Nogueira Belham, el único sobreviviente de los militares involucrados en la tortura de Rubens Paiva. Los activistas argumentan que encubrir un crimen de este tipo debe considerarse una violación continua de derechos humanos, no cubierta por la ley de amnistía.

El poder del arte para preservar la memoria

Marcelo Rubens Paiva considera que su misión como escritor está cumplida: “El cine y la literatura tienen la capacidad de inmortalizar la verdad, de hacer que la gente recuerde para que no se repita”.

Más allá del resultado en los Premios Óscar, el éxito de “I’m Still Here” subraya la necesidad de recordar el pasado para garantizar la democracia. “Las dictaduras comienzan cuando la historia se olvida”, advierte el autor. Y su testimonio, ahora amplificado por el cine, se ha convertido en una herramienta esencial para la memoria y la justicia en Brasil.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press