El impacto del incendio de Eaton en los niños de Altadena

Cómo los más jóvenes enfrentan la pérdida de sus hogares y la importancia del apoyo emocional

Un vecindario en ruinas y el impacto en los más pequeños

El incendio de Eaton, que arrasó Altadena, California, el pasado 7 de enero, dejó un paisaje de desolación: decenas de viviendas destruidas, negocios arrasados y familias enteras desplazadas. Para los adultos, la pérdida material y el esfuerzo de reconstrucción son desafíos abrumadores. Sin embargo, los niños afrontan una realidad aún más compleja: la pérdida de su entorno familiar y la necesidad de procesar un trauma inesperado.

Ceiba Phillips, un niño de 11 años, regresó a su vecindario un mes después de la tragedia y se encontró con un panorama desgarrador. El hogar de su mejor amigo y su escuela habían quedado reducidos a escombros. Aunque su casa seguía en pie, la vivienda trasera en la que vivían sus abuelos se había convertido en cenizas. Su restaurante favorito, un acogedor diner llamado Fox’s, había desaparecido.

El impacto emocional de los desastres en la infancia

Según Lori Peek, profesora de sociología en la Universidad de Colorado Boulder y especialista en el impacto de desastres naturales en los niños, la clave para ayudar a los pequeños a sobrellevar una tragedia es restablecer la rutina lo más rápido posible. “Los niños prosperan con la estabilidad, y reconstruir un sentido de normalidad puede marcar la diferencia en su recuperación emocional”, afirma.

El regreso a la escuela y la interacción con amigos juegan un papel fundamental en este proceso. Sin embargo, las conversaciones entre los niños de Altadena no han sido las mismas desde el incendio. Ceiba relata que ahora, en lugar de hablar sobre juegos o deportes, sus charlas giran en torno a temas inusuales para su edad: seguros de vivienda, reconstrucción y la pérdida de seres queridos.

El papel de la comunidad y la terapia en la recuperación

Chiara Angelicola, especialista en educación infantil, organizó un evento llamado Kids Town Hall para ofrecer un espacio seguro a los niños afectados por los incendios. A través de arte y terapia somática, los pequeños tuvieron la oportunidad de expresar sus emociones y manejar el trauma. La madre de Ceiba, Alyson Granaderos, llevó a su hijo y a su pequeña hija Quoia, de 4 años, para participar en las actividades.

“Muchos niños tenían mucho que decir, algunos sentimientos eran intensos y hacían sentir incómodos a los adultos”, explicó Angelicola. El evento ayudó a validar sus emociones y a demostrarles que compartir lo que sienten es una parte esencial del proceso de sanación.

Encontrando un nuevo ritmo de vida

A pesar de la devastación, poco a poco los niños han comenzado a recuperar algo de normalidad. Ceiba, por ejemplo, está asistiendo a una nueva escuela en Pasadena, donde ha encontrado distracción en actividades como la banda escolar y proyectos de clase. Ha decidido aprender a tocar el saxofón y está investigando sobre el estado de Michigan, de donde es originaria su madre.

Pero la recuperación no es sencilla. En cada visita a su antigua comunidad, Ceiba y su familia enfrentan el dolor de la pérdida. Cuando pasaron frente al Museo del Conejo en Pasadena, un lugar que solían visitar con frecuencia y que fue destruido por el fuego, su hermana Quoia rompió en llanto. Ceiba la acompañó, entendiendo que, aunque los objetos y lugares pueden desaparecer, los recuerdos y la identidad de la comunidad permanecen.

Un símbolo de esperanza y resiliencia

Entre los escombros, la madre de Ceiba encontró un símbolo de esperanza. Cuando nació su hija, plantó un pequeño árbol de secuoya en el patio trasero de su hogar en Altadena. A pesar de la devastación, el árbol sigue en pie, representando la fortaleza y resistencia de su familia y comunidad.

“La secuoya es un árbol increíblemente resistente al fuego”, explica Granaderos. “Es un recordatorio de que, aunque hemos pasado por una tragedia, podemos reconstruirnos y avanzar”.

La reconstrucción del hogar y la comunidad

Los incendios forestales en California han sido una amenaza recurrente en los últimos años y los efectos a largo plazo en las comunidades afectadas son devastadores. Sin embargo, la capacidad de resiliencia de Altadena es innegable.

“Sé que Altadena se mantendrá unida”, afirma Ceiba con optimismo. Aunque la carretera hacia la recuperación será larga, la comunidad ha demostrado su fuerza, desde el apoyo mutuo hasta la ayuda proporcionada por terapeutas y organizaciones sin fines de lucro que han ofrecido sus servicios gratuitamente a las víctimas.

A medida que las familias buscan reconstruir sus vidas, los expertos siguen enfatizando la importancia del apoyo emocional para los niños. Permitirles expresarse libremente, brindarles estabilidad y espacios de refugio, y asegurarles que no están solos en este proceso son aspectos cruciales para ayudarles a superar la tragedia.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press