La crisis de los pozos P-13 en Texas: un problema ambiental e hídrico sin solución inmediata

El estado enfrenta desafíos significativos para abordar miles de pozos abandonados que amenazan su seguridad ambiental y el acceso al agua potable.

Un problema histórico que se agrava

En los vastos paisajes del oeste de Texas, el agua rezuma y burbujea de antiguos pozos, a menudo llevando consigo petróleo, agua salada u otros contaminantes peligrosos. Pero la verdadera amenaza se encuentra bajo tierra: donde el petróleo, la sal y minerales tóxicos podrían migrar hacia los acuíferos que abastecen de agua a ciudades, granjas y ranchos.

Estos pozos defectuosos, conocidos como pozos P-13, deben su nombre al formulario de la Comisión de Ferrocarriles de Texas (Railroad Commission of Texas). Se remontan a casi un siglo de exploración petrolera. Los "wildcatters", o prospectores de petróleo, perforaron miles de huecos en busca del codiciado "oro negro". Cuando un pozo resultaba improductivo o seco, a menudo se transfería la propiedad a los terratenientes, quienes los convertían en pozos de agua.

El impacto ambiental: el caso del lago Boehmer

Con el tiempo, muchos de estos pozos se han convertido en desastres ambientales. En el condado de Pecos, por ejemplo, el lago Boehmer surgió cuando un pozo abandonado comenzó a liberar grandes cantidades de agua salada hace más de dos décadas. Hasta el día de hoy, el lago sigue emitiendo contaminantes.

Un informe reveló que el lago no solo libera sulfuro de hidrógeno, un gas tóxico que puede ser letal en altas concentraciones, sino que sus aguas están cargadas de metales pesados como arsénico. Este fenómeno ofrece una visión alarmante de lo que podrían desencadenar miles de pozos similares en la región.

Intentos legislativos frente a la magnitud del reto

En 2023, legisladores de Texas intentaron abordar este creciente problema al aprobar la House Bill 4256, una ley que creó el Programa de Subvenciones para Pozos de Agua con Fugas bajo la Comisión de Calidad Ambiental de Texas (TCEQ, por sus siglas en inglés). Este programa comprometió $10 millones para tapar pozos de agua con fugas en condados rurales elegibles.

Sin embargo, dos años después, ninguno de estos fondos ha sido distribuido. Según el TCEQ, su proceso de reglamentación todavía no se ha completado, y las subvenciones no estarán disponibles hasta el verano próximo. Las críticas no se hicieron esperar, argumentando que $10 millones son insuficientes frente al tamaño del problema. Tapar un solo pozo puede costar cientos de miles de dólares, y casos extremos como el del lago Boehmer podrían requerir millones.

El desafío técnico de tapar un pozo P-13

Hawk Dunlap, especialista en control de pozos, explica que sellar estos pozos es mucho más complejo que simplemente llenarlos con concreto. “No habrá una solución fácil. Cada pozo requerirá un enfoque específico, y en mi opinión profesional, será como volar a ciegas”, afirmó.

El costo de tapar un pozo varía ampliamente dependiendo de su profundidad y la hidrogeología local. Por lo tanto, el TCEQ no puede prever cuántos pozos podrán sellarse con el presupuesto asignado.

Confusión de competencias y falta de acción

La Comisión de Ferrocarriles de Texas, que regula los pozos de petróleo y gas en el estado, clasifica los P-13 como pozos de agua, ya que han perdido su función original. Esto los excluye de los fondos federales para tapar pozos huérfanos, lo que ha generado frustración entre distritos locales de conservación de agua y grupos ambientalistas.

Virginia Palacios, directora ejecutiva del grupo vigilante Commission Shift, critica esta postura. “Es una locura, porque estas son algunas de las situaciones de contaminación más intensas que tenemos en el estado en este momento, y simplemente están eligiendo no hacerlas su problema”, comentó.

Por su parte, R.J. DeSilva, portavoz de la Comisión, argumentó que el pozo del lago Boehmer ha estado fuera de su jurisdicción desde 1951 y que no es responsabilidad del organismo.

El futuro del agua en Texas

El distrito de conservación de aguas subterráneas del medio Pecos ha presentado quejas y sigue buscando alternativas para garantizar la remediación de estos pozos. Sin embargo, el panorama para los pozos P-13 sigue siendo incierto.

“Texas necesita una estrategia a largo plazo”, afirmó Palacios. “No tenemos un plan continuo para lidiar con los pozos P-13 ni con los huérfanos; continuar con lo mismo solo llevará a más contaminación del agua”.

Además, el especialista Adam Peltz, de la organización Environmental Defense Fund, recalca que el proceso no termina al tapar un pozo. La remediación de un terreno contaminado es igualmente crucial. “Retrasar el proceso lo hará más caro. Nunca será más barato solucionar este problema que ahora”, concluyó.

Mientras tanto, los habitantes de Texas, en particular aquellos en las zonas rurales, continúan enfrentando las consecuencias de decisiones tomadas hace décadas.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press