La tragedia aérea en el río Potomac: preguntas abiertas sobre una colisión fatal

El accidente entre un avión comercial y un helicóptero militar en Washington D.C. deja 67 víctimas y cuestionamientos sobre la seguridad aérea

Un accidente que conmociona a la nación

El 29 de enero de 2025, un trágico accidente aéreo tuvo lugar en las inmediaciones del Aeropuerto Nacional Ronald Reagan en Washington D.C., cuando un avión de American Airlines colisionó en pleno vuelo con un helicóptero militar Black Hawk del Ejército de los Estados Unidos. Este trágico suceso cobró la vida de las 67 personas a bordo de ambas aeronaves y ha sido catalogado como el peor accidente aéreo en Estados Unidos en casi 25 años.

El trasfondo del accidente

El avión de American Airlines, con 64 pasajeros a bordo, se dirigía hacia Reagan National desde Wichita, Kansas, mientras que el helicóptero Black Hawk realizaba una misión de entrenamiento con tres soldados en su interior. Ambas aeronaves terminaron cayendo al río Potomac tras el choque, y los equipos de emergencia emprendieron intensas labores de rescate y recuperación en las horas y días posteriores.

Discrepancias en los datos iniciales

Libros negros y grabadoras de datos de vuelo han proporcionado información preliminar sobre la tragedia. Sin embargo, existen discrepancias en los datos sobre las altitudes a las que las aeronaves volaban previo a la colisión. Según investigadores de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB, por sus siglas en inglés), el avión reportaba una altitud de 325 pies (99 metros), con una variación de ±25 pies, mientras que la torre de control indicaba que el helicóptero se encontraba a una altitud de 200 pies (61 metros), lo que es el máximo permitido para helicópteros en la zona.

  • Avión American Airlines: Altura registrada por el avión: 325 pies ± 25.
  • Black Hawk: Altura según la torre de control: 200 pies.

Los investigadores trabajan en analizar datos del registrador del helicóptero, equipo que, desafortunadamente, se encuentra deteriorado por haber quedado sumergido en el agua.

Vidas perdidas y familias devastadas

Entre las víctimas había figuras destacadas y personas regresando de actividades cotidianas. Entre los pasajeros del avión se encontraban patinadores artísticos que habían competido en el Campeonato Nacional de Patinaje Artístico de Estados Unidos en Wichita, además de un grupo de cazadores. Por otra parte, los soldados a bordo del Black Hawk fueron identificados como el Sargento Ryan Austin O’Hara, el Jefe de Aeronaves Andrew Loyd Eaves y la Capitán Rebecca Lobach.

Un total de 42 cuerpos habían sido recuperados hasta el sábado 1 de febrero, y los esfuerzos continúan con más de 300 rescatistas y dos barcazas de recuperación de la Marina involucradas en la operación.

Cuestionamientos a la seguridad aérea

El accidente ha generado serias preguntas sobre la gestión y monitoreo del tráfico aéreo, especialmente en un espacio aéreo concurrido como el de Washington D.C. Según un informe de la Administración Federal de Aviación (FAA), un solo controlador en la torre de Reagan estaba manejando el tráfico aéreo tanto de helicópteros como de aviones en el momento del choque. Normalmente, estas responsabilidades están divididas entre dos controladores, pero esa noche se combinaron antes de lo habitual, a las 9:30 p.m., en lugar del horario estándar.

Sean Duffy, el nuevo Secretario de Transporte, comentó: "Los problemas en la torre de control, la posible falta de personal y la posición del helicóptero son áreas críticas que necesitan revisarse". Los familiares de las víctimas necesitan respuestas, y el público también exige una evaluación contundente sobre las condiciones de control aéreo esa noche.

Impacto en la percepción de seguridad

Este desafortunado evento revive los recuerdos del accidente de 2001 en Queens, Nueva York, donde un avión de American Airlines se estrelló tras despegar, causando la muerte de 260 personas. Aunque diversos análisis indican que volar sigue siendo uno de los medios de transporte más seguros, este tipo de incidentes resaltan los riesgos inherentes al alto volumen de tráfico aéreo, especialmente en zonas congestionadas como el espacio aéreo de la capital estadounidense.

Un complejo proceso de investigación

Los investigadores de la NTSB han declarado que tomará al menos un año completar el análisis del accidente, aunque un informe preliminar podría estar listo en los próximos 30 días. El cockpit voice recorder (CVR) del avión mostró un sonido de reacción verbal de los pilotos segundos antes de la colisión, seguido por un cambio en la inclinación de la aeronave, lo que sugiere una posible maniobra evasiva.

Brice Banning, jefe de la investigación, describió la situación como "compleja" y comentó que el equipo está reuniendo "todas las piezas" para completar el rompecabezas de lo que llevó a esta tragedia.

Reflexión tras la tragedia

Mientras las familias enfrentan el dolor de perder a sus seres queridos, la NTSB y la FAA se encuentran bajo presión para garantizar que incidentes como este no vuelvan a ocurrir. Este caso no solo pone en cuestión los protocolos de tráfico aéreo, sino también la preparación para manejar situaciones extremas en uno de los espacios aéreos más transitados del país.

Además, la colisión resalta la importancia de contar con una dotación completa y capacitada en las torres de control, así como de garantizar que cada aeronave cumpla riguroso seguimiento de las normativas de altitud y posición.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press