Conflicto en Goma: el avance de los rebeldes M23 y su impacto en el Congo y la región
La toma de Goma por parte de los rebeldes pone en jaque la estabilidad del este del Congo y reabre viejas tensiones regionales.
Una ciudad bajo asedio
La ciudad de Goma, en el este de la República Democrática del Congo (RDC), se encuentra en una situación crítica tras ser tomada en gran parte por los rebeldes del grupo M23. Este grupo armado, predominantemente compuesto por tutsis y respaldado según informes por el gobierno de Ruanda, ha capturado importantes zonas de la ciudad, incluido su estratégico aeropuerto, tras semanas de intensos enfrentamientos.
Un portavoz de las Naciones Unidas advirtió sobre “el riesgo de un colapso total del orden en la ciudad debido a la proliferación de armas en manos de grupos irregulares”. Las calles de Goma ahora son escenario de destrucción, con cadáveres esparcidos y hospitales al borde del colapso por la llegada constante de personas heridas.
Las raíces del conflicto
El grupo M23 surge del descontento con antiguos acuerdos de paz que, según ellos, no han sido cumplidos por el gobierno de la RDC. El conflicto actual encuentra antecedentes en la captura temporal de Goma por este mismo grupo en 2012. Sin embargo, los analistas advierten que las circunstancias han cambiado, y ahora el M23 parece fortalecerse con el respaldo de Ruanda, lo que complica más aún la situación.
Por su parte, las relaciones entre Kigali y Kinshasa se encuentran en su punto más tenso. Ruanda niega apoyar al M23, pero informes de expertos de la ONU sugieren que hasta 4,000 efectivos militares ruandeses podrían estar presentes en territorio congoleño. La RDC, por su parte, acusa a Ruanda de alimentar el conflicto al instrumentalizar a estos rebeldes para promover sus propios intereses geopolíticos y económicos en la región rica en minerales.
Impacto humanitario
La situación en Goma es desgarradora. Miles de personas han huido de la ciudad, uniéndose a las filas de los más de 5 millones de desplazados internos que ya existen en el Congo. Familias enteras se encuentran a la intemperie, improvisando refugios mientras los enfrentamientos persisten. Según ACNUR, muchas de ellas ya sufrieron desplazamientos previos y enfrentan una crisis humanitaria múltiple con escasez de alimentos, agua potable y atención médica.
Reacciones internacionales
El presidente de Ruanda, Paul Kagame, sugirió la necesidad inmediata de un alto el fuego y de retomar el diálogo para abordar las raíces profundas del conflicto. Sin embargo, esta propuesta ha sido recibida con escepticismo, especialmente por parte del gobierno congoleño, que insiste en que hablar con el M23 legitimaría su accionar violento en la región.
Mientras tanto, Naciones Unidas y la comunidad internacional enfrentan críticas por su incapacidad para prevenir el crecimiento de la insurgencia en una región que históricamente ha sido testigo de cruentas guerras vinculadas al control de recursos naturales como oro, coltán y diamantes. Murithi Mutiga, director del programa para África del Crisis Group, advirtió sobre los peligros de la escalada: “Un retiro voluntario de los rebeldes como el de 2012 parece menos probable, dado su actual nivel de confianza y respaldo”.
Una solución incierta
Aunque organismos como la Unión Africana y las Naciones Unidas han pedido resolución pacífica, la historia reciente de la región muestra que los acuerdos suelen ser frágiles. Los intereses cruzados de actores regionales y globales complican aún más la posibilidad de lograr estabilidad en una zona que, además de su riqueza en recursos naturales, es hogar de una población agotada por décadas de violencia.
El desafío para Congo no solo radica en recuperar Goma, sino también en reconstruir un sistema de gobernanza que sea inclusivo y eficaz en zonas rurales. Sin estos cimientos, los rebeldes como el M23 continuarán encontrando terreno fértil para su expansión.