Denali vs. McKinley: Una Montaña, Dos Nombres y el Debate Cultural de Alaska
El cambio de nombre de la montaña más alta de América del Norte revive tensiones entre Alaska Nativa, historia estadounidense y política contemporánea
Una montaña, dos nombres: Denali y McKinley
Denali, la cima más alta de América del Norte con 6,190 metros sobre el nivel del mar, se encuentra en el corazón de un debate cultural e histórico que divide opiniones no solo en Alaska, sino en todo Estados Unidos. Desde su nombramiento como Monte McKinley en 1896 hasta su renombramiento como Denali bajo la administración de Barack Obama en 2015, esta montaña es mucho más que un gigante geográfico: es un símbolo de la identidad, el colonialismo y el respeto a las culturas indígenas.
El origen del nombre McKinley
En 1896, un prospector en Alaska, al enterarse de que William McKinley había sido nominado como candidato presidencial, nombró la montaña en su honor. En ese momento, el nombre de Denali, que los nativos de Alaska Athabascan usaban y que significa "El Alto" en su idioma, carecía de reconocimiento oficial. Este acto marcó una era en la que el colonialismo y el expansionismo estadounidense borraban la herencia indígena de manera sistemática.
Sin embargo, McKinley nunca llegó a pisar Alaska, y muchos, especialmente las comunidades indígenas, consideran inapropiado que la montaña estuviera dedicada a él. McKinley, quien presidió entre 1897 y 1901, también es recordado como un imperialista que empujó la expansión estadounidense al ocupar Cuba, Puerto Rico, Guam, las Filipinas y Hawái.
El renacimiento de Denali
En 2015, el presidente Barack Obama devolvió el nombre Denali a la montaña como un gesto simbólico hacia los nativos de Alaska, reconociendo miles de años de conexión cultural en la región. Esta decisión fue ampliamente celebrada en Alaska pero recibió críticas en Ohio, estado natal de McKinley.
La comunidad de Talkeetna, una pequeña ciudad al pie del Parque Nacional Denali, se convirtió en punto focal del turismo relacionado con la montaña. Locales como Jeff King, un musher campeón del Iditarod, afirman que "Denali siempre ha sido Denali". La decisión de Obama fue vista por muchos en Alaska como un acto de justicia histórica.
La intervención de Trump y el regreso de "Monte McKinley"
En 2020, el presidente Donald Trump emitió una orden ejecutiva para restaurar el nombre Monte McKinley, calificando a McKinley como un "gran presidente". Esto resucitó la controversia, particularmente entre los indígenas de Alaska y los residentes de Talkeetna y Fairbanks.
"No sé de una sola persona aquí que esté de acuerdo con esto," comentó King. Por su parte, líderes como Emily Edenshaw del Alaska Native Heritage Center señalaron que mantener los nombres indígenas es vital para la reconciliación y el respeto a las raíces culturales.
El conflicto entre tradición y política
La decisión de Trump fue aclamada en Ohio, donde integrantes del Partido Republicano como el excongresista Bob Gibbs la apoyaron. Sin embargo, en Alaska, políticos de todas las facciones, incluyendo la republicana Lisa Murkowski, se opusieron a la restauración de McKinley. "Denali es quién somos como estado," declaró Murkowski.
El académico Steve Haycox, de la Universidad de Alaska Anclaje, argumentó que renombrar Denali de nuevo como McKinley sería un insulto para los nativos de Alaska, sosteniendo que McKinley simboliza una historia de colonialismo e imperialismo.
Percepciones locales e identidad cultural
Muchos alaskenses insisten en que, independientemente de las decisiones federales, siempre lo llamarán Denali. Tal es el caso de Joe McAneney, piloto de una aerolínea turística en Talkeetna: "Denali siempre será Denali. No creo que un presidente pueda cambiar eso."
Denali como símbolo de resistencia
En Alaska, existe un fuerte sentimiento de independencia respecto al resto de Estados Unidos, conocido coloquialmente como "Outside". Muchos residentes de la región adoptan una postura de indiferencia hacia decisiones como las de Trump. "No nos importa cómo lo hagan en el Outside," es una frase típica reflejo de esta mentalidad.
El debate sobre Denali y McKinley va más allá de una simple disputa nominal. Representa una lucha por preservar la memoria histórica indígena frente a narrativas coloniales prevalentes en la política estadounidense, y redefine cómo las comunidades locales preservan su identidad frente a las decisiones nacionales.
Un legado en evolución
A medida que el turismo y el cambio climático traen nuevos desafíos a la región, Denali permanece como un punto de encuentro entre pasado y presente. Desde los mushers del Iditarod hasta las comunidades nativas, la montaña sigue siendo un símbolo poderoso para quienes viven en su sombra.
Como dijo Jeff King con mordacidad tras la controversia: "Estoy sorprendido de que Trump no haya querido llamarla ‘Montaña Trump’."