El Sahel en Tensión: ¿Cómo la Alianza de Estados del Sahel Lucha contra el Terrorismo en la Región?
Un análisis sobre la creación de una fuerza militar conjunta y sus implicaciones en la lucha contra la violencia extremista.
Unidos por una causa: la Alianza de Estados del Sahel
En un esfuerzo por afrontar una violencia extremista en aumento, los gobiernos militares de Níger, Burkina Faso y Malí han formado una fuerza conjunta que contará con 5,000 efectivos. Esta decisión, anunciada por Salifou Mody, ministro de defensa de Níger, busca unificar los recursos y coordinar las operaciones en una región marcada por una década de insurgencia sostenida por grupos yihadistas aliados a Al-Qaeda y el Estado Islámico.
El contexto de insurgencia y el vacío de seguridad
La región del Sahel, que históricamente ha funcionado como corredor cultural y comercial, se ha convertido en un campo de batalla de políticas de seguridad fluctuantes. Desde los golpes de estado recientes en estos tres países, los gobiernos militares han expulsado a las fuerzas francesas presentes en la región y han buscado apoyo de mercenarios rusos, lo que ha alterado la estructura de seguridad hasta entonces dominada por Occidente.
De acuerdo con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), más de 2,6 millones de personas están actualmente desplazadas en la región, mientras que más de 3,470 personas han perdido la vida en los últimos seis meses. A pesar de su aparente determinación, los críticos consideran que el contexto ha empeorado bajo los mandatos de estos regímenes militares.
¿Qué es la Alianza de Estados del Sahel?
Creada en septiembre del año pasado, la Alianza de Estados del Sahel fue fundada después de que los tres países abandonaran la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (ECOWAS). La alianza pretende legitimar a los gobiernos militares afectados por sanciones de la comunidad internacional debido a los golpes de estado.
Según Salifou Mody, la fuerza conjunta comprenderá no solo personal militar, sino también recursos aéreos, terrestres e inteligencia, con un sistema de coordinación centralizado. El ministro enfatizó que «estamos en el mismo espacio y enfrentamos las mismas amenazas, en particular los grupos criminales», subrayando que era esencial compartir esfuerzos.
La relación con Rusia y las tensiones internas
El giro hacia Rusia ha sido una de las apuestas más controvertidas de las juntas en el Sahel. Mercenarios del grupo Wagner, famoso por sus operaciones en Libia y Siria, ahora ocupan un papel clave apoyando a las juntas en su lucha contra el terrorismo. Sin embargo, esta elección ha traído consigo desafíos. Aunque algunos ven en estos mercenarios un complemento al vacío dejado por las tropas francesas, otros señalan abusos a los derechos humanos y tácticas extremas.
A nivel interno, las estrategias militares no siempre diferencian entre civiles e insurgentes, agravando los desplazamientos y la crisis humanitaria en la región. El Secretario General de Naciones Unidas, António Guterres, ha expresado su preocupación por el deterioro de la seguridad y su impacto a largo plazo.
El impacto humanitario y los riesgos de la militarización
Las cifras son alarmantes. Según una evaluación del informe World Food Programme, 48 millones de personas en la región del Sahel están en riesgo crítico por la inseguridad alimentaria y la violencia. Esto incluye a comunidades enteras que han sufrido desplazamientos múltiples a medida que distintos grupos armados toman control de territorios.
Además, uno de los efectos negativos de la militarización es el riesgo de que las políticas y estrategias sean exclusivamente reactivas. Como señala el investigador Andrew Lebovich del European Council on Foreign Relations, «reforzar los recursos de seguridad no es una solución integral si no se abordan las raíces estructurales del conflicto, como la marginalización económica y la exclusión política».
El futuro de la seguridad en el Sahel
Con una fuerza conjunta en marcha y la amenaza constante de grupos extremistas, la región del Sahel enfrenta desafíos críticos en los próximos años. ¿Lograrán los gobiernos militares estabilizar la región, o su enfoque militarizado generará un ciclo incesante de violencia? La respuesta no solo definirá el futuro de estos tres países, sino también el equilibrio político y de seguridad en toda África Occidental.
Por ahora, la comunidad internacional sigue observando con cautela, mientras que los aliados tradicionales como Francia intentan redefinir su papel en una región que parece inclinarse cada vez más hacia alianzas alternativas.