Cruza tres veces el océano Pacífico para llegar a Tokio

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Cruza tres veces el océano Pacífico para llegar a Tokio
El periodista de la Associated Press Doug Ferguson tuvo que firmar este documento en el que se le niega el ingreso a Japón porque se hizo una prueba de COVID-19 72 horas y 39 minutos antes de viajar a los Juegos Olímpicos de Tokio, cuando el requisito era que se la hiciese dentro de las 72 horas previas al viaje. Tuvo que regresar a EEUU, hacerse nuevamente la prueba y volver a Japón. (AP Photo/Doug Ferguson)

VOLANDO SOBRE EL PACÍFICO (AP) — Había llegado al aeropuerto Haneda de Tokio. Me dirigía al Centro de Prensa de los Juegos Olímpicos, también en Tokio, para cubrir el torneo de golf, mi especialidad.

Pero para llegar al centro tuve que pasar por Seattle.

Le explico:

Uno de los requisitos para los periodistas que cubren la justa olímpica es hacerse dos pruebas de COVID-19 con resultado negativo dentro de las 96 y 72 horas previas al viaje.

No era sencillo. La prueba 96 horas antes le tenía que hacer el domingo 18 de julio, en que se jugaba la última ronda del Abierto Británico, cuando el último grupo estaba en el sexto hoyo. Me perdí mi primer Abierto Británico desde 1996 porque hubiera tenido que hacer una cuarentena en el Reino Unido y por las dificultades para regresar a Estados Unidos y hacerme la prueba dentro de los plazos fijados.

Me hice las pruebas el domingo y el lunes. Tenía los resultados el miércoles y debía viajar el jueves. Todo parecía en orden.

Pensé que mi vuelo desde Atlanta era a las 11 de la mañana. Resultó que era a las 11.39. Algo insignificante, ¿verdad?

Al llegar a Haneda, sin embargo, una empleada observa mis papeles y llama a un supervisor. Mala señal. Luego llaman a otro. Peor todavía. Me llevan a una habitación y finalmente me entero lo que está pasando

Las reglas estipulaban que la segunda prueba negativa tiene que ser un máximo de 72 horas antes de partir. La mía fue 72 horas y 39 minutos. Y no hubo forma de resolver eso.

Me dijeron que llamase a la clínica donde me hice la prueba —en Jacksonville, Florida, donde eran las dos de la mañana— y “negociase” a ver si ajustaban la hora. No lo hicieron.

Pedí hacerme una prueba en Haneda. De todos modos, tenía que hacerme una al ingresar a Japón. Pero me dijeron que, técnicamente, no había ingresado. El salón de pruebas estaba del otro lado del mostrador.

Me negaron el ingreso a Japón.

Numerosas gestiones de mi empresa, la Associated Press, resultaron infructuosas.

Tenía dos opciones: Permanecer en cuarentena en un hotel seis días y someterme a tres pruebas de COVID-19. Si todo salía bien, hubiera podido cubrir la última ronda del torneo de golf. La otra opción era regresar a Estados Unidos para hacerme una prueba y volver a Japón.

Parecía absurdo.

Pero terminé tomando un vuelo a las 6.20 de la tarde hacia Seattle. Me hice la prueba en el mismo aeropuerto el sábado y el domingo tomé un vuelo de vuelta a Japón.

Pensé que llegar a Japón me tomaría 22 horas. Estaba errado. el viaje duró tres días.

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