Maniobra militar de EEUU y Colombia forja estrechos lazos

Maniobra militar de EEUU y Colombia forja estrechos lazos
El sargento del ejército estadounidense Juan Domínguez prepara su mochila para saltar en paracaidas en la Base Aérea de Tolemaida, Colombia, el 25 de enero del 2020. (AP Photo/Sarah Blake Morgan)

BASE AÉREA TOLEMAIDA, Colombia (AP) — Bajo unos toldos junto a una pista de la Base Aérea de Tolemaida, en Colombia, decenas de paracaidistas estadounidenses están tendidos sobre un bloque de cemento en un día extremadamente caluroso. El sudor que les baja de la frente corre la pintura verde y marrón que usan para camuflarse.

Los efectivos de la 82da División Aerotransportada de Estados Unidos no se mueven casi. Llevan consigo rifles y casi 45 kilos (100 libras) de equipo. En menos de una hora se tirarán desde un C-130 que avanza a 241 kilómetros (150 millas) por hora.

Los soldados guardan silencio cuando los supervisores los revisan uno por uno, asegurándose de que las hebillas y las correas están en su lugar.

El soldado Sparker Firth está más callado que de costumbre. Ha hecho 22 saltos, pero admite que todavía siente miedo.

“Cuando se abren las puertas, ya no está en tus manos”, dijo el joven. “Tienes que tener fe en que el paracaídas se va a abrir. Y que pase lo que tenga que pasar”.

Para estos 75 paracaidistas estadounidenses de Fort Bragg, Carolina del Norte, este entrenamiento de una semana con el ejército colombiano no constituye una misión, término reservado para cosas como la movilización de la víspera del año nuevo en la que elementos de la Fuerza de Respuesta Inmediata fueron enviados el Medio Oriente en medio de crecientes tensiones con Irán. Unos 2.500 paracaidistas permanecen en el Medio Oriente listos para intervenir si se los llama.

Entrenamientos intensos como este de Colombia permiten a los soldados movilizarse con extrema velocidad. Esa celeridad inspiró el viejo dicho de Fort Bragg según el cual “cuando el presidente disca 911 (el número de la policía), la 82da responde”. La división, con casi 18.000 paracaidistas, está en constante estado de disponibilidad, rotando soldados que están siempre listos para la acción.

La Associated Press tuvo inusual acceso a estos entrenamientos en enero, durante maniobras conjuntas con Colombia, en medio de una crisis humanitaria con Venezuela que incluyó el éxodo de cientos de miles de migrantes y refugiados venezolanos. Los esfuerzos diplomáticos y políticos de Estados Unidos por reemplazar al presidente venezolano Nicolás Maduro con el líder opositor Juan Guaidó no han prosperado.

Nada hace prever una intervención militar de Estados Unidos o Colombia. Pero Estados Unidos invirtió miles de millones de dólares para restaurar la paz y crear alianzas en la región, donde Rusia e Irán tienen mucha influencia, y forjar relaciones como la que tiene con Colombia es una parte clave de la estrategia estadounidense.

Fuerzas de Estados Unidos y Colombia estuvieron varios días planificando el ejercicio, un simulacro de una operación para garantizar la seguridad de una base aérea. Se pasaron horas saltando de plataformas elevadas de madera y practicando su aterrizaje en lo que parecían enormes cajas con arena.

“Es un honor saltar con la 82da División Aerotransportada”, dijo el mayor general colombiano Pablo Alfonso Padilla Vázquez a los estadounidenses, agregando que su cooperación enviará un mensaje a la región.

Una noche antes de saltar, el sargento Juan Domínguez estaba sentado en el piso y manipulaba una serie de tiras de su mochila. El soldado de 33 años se incorporó al ejército estadounidense cuando tenía 27, más tarde que muchos de sus camaradas. Siempre había querido hacerlo, pero primero tenía que asegurarse de que todas las necesidades de su esposa y sus cinco hijos estaban cubiertas. Dice que quiere “mostrarles a mis hijos que, por más que le tenga miedo a la altura, uno puede sobreponerse a casi todo”.

A las cuatro de la mañana del día del salto, el sargento Nathan Fair y soldados del 325to Regimiento de Infantería se levantan y empiezan a cargar su equipo en los autobuses que los llevarán a la pista.

Este es el segundo paso de Fair por las fuerzas armadas. Se había ido en el 2006, pero se dio cuenta de que la vida civil no era lo suyo. “Extrañas las pequeñas cosas, como lo fácil que es dormirte en un camino de ripio en la montaña, con piedras que te perforan la espalda, tan cansado que te dormirías en cualquier lado”, comentó.

Fair, quien tiene 37 años, se declara un “súperpatriota” y se siente orgulloso de los soldados a su cargo. “Están motivados, en forma, son divertidos, vivos, agresivos. Son bien hombres, el tipo de gente que necesitas en el frente de combate para que te defienda”.

En esta misión, solo llegó una mujer paracaidista de Fort Bragg. La división, igual que el ejército en general, está integrada mayormente por hombres. La sargenta médica Sara Sanders se crió escuchando a su padre y a su abuelo hablar del legado de la 82da. Ambos eran paracaidistas.

“Todas mis amigas querían ser bailarinas profesionales”, expresó. “Yo no. Yo quería servir en el ejército”.

El día del salto se pone a prueba el entrenamiento recibido. Los soldados están nerviosos, pero conservan la calma. Si dicen que no sienten nervios, “mienten o algo les falla allá arriba”, dijo el sargento Wesley Lee.

Amontonados en el C-130, a la espera de la luz verde que les indica que llegó la hora de saltar, ya no son estadounidenses ni colombianos. Son solo soldados, concentrados en su tarea.

El mayor general Daniel Walrath es el primero en saltar. El salto --su primero en diez años-- es una muestra de liderazgo y símbolo de su amistad con el general colombiano que salta primero del otro lado del avión.

Uno por uno, colombianos y estadounidenses les siguen, tirándose al vacío. Con cada salto, se despliega un diminuto paracaídas blanco que reduce la velocidad de la caida pero no el susto.

La división declara el ejercicio un éxito. El único percance fue el de un soldado colombiano que se fracturó una pierna.

Al día siguiente los soldados de los dos países se reúnen en la base de Tolemaida. Se ganaron el derecho a lucir las alitas de salto del otro. Para Fair, esta no es una simple alianza en los papeles. Es un vínculo sólido entre soldados. “Si tenemos que pelear juntos”, dijo, “saben que nos cubriremos las espaldas”.

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Morgan está en www.twitter.com/StorytellerSBM

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