En defensa de mi voto indignado

La siguiente, es una opinión muy personal. Por lo tanto, no debe significar agravio alguno al derecho a elegir libremente de ningún lector.

Aunque siempre he sido enfático en la crítica hacia quienes toman decisiones políticas motivadas por el odio infundado, y hacia quienes sacan provecho infundiéndolo, hoy declaro que mi voto estará motivado por la rabia y la indignación. Dicho esto, prosigo a justificarme.

Quienes siempre hemos optado por creer que el real y efectivo progreso del país solo será posible con la llegada al poder de un gobierno alternativo, alejado completamente de la clase política responsable de lo que hoy es Colombia, la que se ha enquistado en el poder de tal forma, que ha frustrado, mediante instrumentos que van desde la desinformación hasta el sicariato, el triunfo de cualquier manifestación política que no comparta sus métodos ni sus motivaciones.

En defensa de nuestra postura, los hechos nos dan la razón: después de casi dos siglos de gobernabilidad por parte del mismo extremo, de la misma clase, hoy la miseria, la pobreza extrema y la corrupción han hecho metástasis en todo el territorio nacional; y solo dos naciones en el mundo tienen peores condiciones de desigualdad.

A pesar de que dicha clase nunca ha vacilado a la hora hacer las alianzas más oscuras e inimaginables, incluso con quienes alguna vez hayan sido férreos opositores, con el fin de seguir preservando el poder; hoy, como casi nunca en la historia republicana de este país, se han unido todos los representantes de ese establecimiento. Todos los que alguna vez han hecho del Estado su empresa más rentable, los que han ideado formas inimaginables de saquear el erario público, los que han manchado de corrupción a todo el aparato institucional estatal y, detrás de ellos, delincuentes de toda índole, que han financiado campañas políticas o que, de alguna u otra forma, han recibido algún tipo de beneficio a cambio de cualquier tipo de favores. Todos detrás de un solo nombre.

Viendo ese desfile de corruptos y delincuentes hacia un mismo lado, y poniendo en práctica el método de elección del poeta Leonard Cohen, quien alguna vez señaló que "a veces uno sabe de qué lado estar, simplemente viendo quiénes están del otro lado", es sumamente sencillo confirmar que estoy (o estamos) en el lado correcto y, asimismo, reconocer que una de las cualidades más notables del establecimiento, ha sido el interponer su ambición política y económica, sobre cualquier precepto moral, a pesar de jactarse de su íntima relación con la iglesia.

De tal modo que, siendo consciente de la situación que vive este país, reconociendo a los responsables y advirtiendo a quien es hoy su representante, reafirmo mi voto por Petro. Pero esta vez, además de votar por él con la convicción de que su proyecto político es el más acertado, el que más responde a las necesidades tanto del país como del mundo, y de que es quien mayor y mejor oposición le hace, y le ha hecho, a la corrupción del establecimiento; lo haré con la rabia y la indignación que me inspiran César Gaviria, Andrés Pastrana, Álvaro Uribe, Viviane Morales, Germán Vargas, Cambio Radical, Centro Democrático, Partido de la U, Partido Conservador y Partido Liberal; porque hoy, el candidato que funge como su contrincante, no sólo los representa, sino que cuenta con todo su beneplácito.

También, con la frustración que me generan quienes, alardeando de neutralidad e imparcialidad, le servirán como ancla al establecimiento en su intento de evitar navegar hacia la deriva. Porque, aunque en ejercicio de sus derechos políticos, cualquiera puede inclinarse hacia la opción que le parezca más favorable, parafraseando a Desmond Tutu, quien es neutral en situaciones de injusticia, ha elegido el lado del opresor. Por ello, me resulta inaceptable que, ostentando ser militantes de movimientos políticos alternativos, opten por una opción que terminará beneficiando a aquellos de los que históricamente se han declarado opositores.

Pero esta indignación despertada por quienes se han agrupado detrás de la figura que representa la opción contraria, se convierte en esperanza cuando pensamos en que, con un solo voto, hoy se nos presenta la oportunidad de rechazarlos, derrotarlos y arrebatarles la posibilidad de continuar perpetuándose en el poder, y de seguir haciendo más profundas las brechas de desigualdad con sus políticas de muerte, impunidad y exclusión.

 

Posdata: bajo los anteriores postulados, la masificación de este voto indignado se fundamenta en razones válidas y acertadas; las que llevaron a que, por primera vez en la historia electoral de Colombia, el voto libre y/o alternativo superara al del continuismo y las maquinarias.

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