Dilema creciente: automatización vs. conciencia social

La creciente automatización de la economía está alimentando el debate social sobre su efecto en los empleos

Dilema creciente: automatización vs. conciencia social
En esta foto del 26 de junio del 2017, William Santana Li, director general de Knightscope, Inc., está parado junto a un robot de seguridad K5 en la sede de la compañía en Mountain View, California. Santana Li rechaza la idea de que los robots están diseñados para ocupar los empleos de personas. (AP Foto/Ben Margot)

El guardia Eric Leon observa al robot de seguridad K5 de Knightscope mientras se desliza por los pasillos del centro comercial, atrayendo a los visitantes con sus luces parpadeantes, azules y blancas. El autómata graba video y activa alertas sonoras. De acuerdo con su fabricante, previene problemas simplemente haciendo ese tipo de patrullaje.

Leon, el guardia humano, siente que ese robot un día le quitará su puesto. "No se queja", dice Leon. "Es callado. No descansa para almorzar. Comienza exactamente a las 10".

Incluso en el corazón tecnológico que se extiende desde Silicon Valley a San Francisco, un robot puede cautivar a los transeúntes, pero el K5 es apenas uno de una creciente gama de novedades autómatas en una región en la que puedes comerte una pizza entregada por un robot y beber cervezas en un bar servidas por otro. Semanas atrás, el diario San Francisco Chronicle publicó una guía de turismo tecnológico para más de una decena de lugares en los que los visitantes pueden observar robots en acción.

Sin embargo, San Francisco también es el sitio donde los trabajadores fueron los primeros en recibir licencia médica obligatoria y licencia por paternidad a paga completa. Los votantes aprobaron en 2014 un salario mínimo de 15 dólares por hora, un requerimiento que el gobernador de California Jerry Brown promulgó para todo el estado en 2016.

Una funcionaria está promoviendo un impuesto en el estado para las empresas que usen robots que automatizan tareas y cuestan empleos. Es demasiado pronto para saber si esa gestión va a triunfar, especialmente en jurisdicciones menos progresistas, pero apunta a tensiones que pueden aflorar cuando la gente adopta tanto la innovación tecnológica como una fuerte conciencia social.

Esas fricciones parecen destinadas a aumentar a medida en que la automatización se incrementa en los sitios de trabajo. Un supervisor municipal, Norman Yee, propuso prohibir el tránsito por la ciudad de robots que entregan comida, argumentando que las aceras deben ser solamente para personas.

"A mí me gusta la gente", dice Yee, "así que me inclino en favor de cosas que son beneficiosas y seguras para la gente".

Jane Kim, la supervisora municipal que propuso el impuesto a los robots, dice que es importante saber cómo las personas se van a ganar la vida en momentos en que se pierden más empleos en el país a causa de la automatización. Después de hablar con los expertos en el tema, decidió lanzar una campaña en todo el estado con esperanzas de llevar ideas a la legislatura o directamente a los votantes.

"Realmente creo que la automatización va a ser uno de los mayores temas en relación con la desigualdad de ingresos", dijo. Añadió que tiene sentido que la ciudad que está a la vanguardia de la tecnología tome la iniciativa para lidiar con los problemas que genera.

"No es una cosa inherentemente mala, pero va a concentrar la riqueza y va a crear mayor desigualdad si no nos preparamos desde ahora", dijo.

Esa idea es algo "prepóstero", opina William Santana Li, director general de Knightscope, el fabricante de robots de seguridad K5 que monitorea el centro comercial Westfield Valley Fair, en San José.

La rama privada de seguridad, dice Santana Li, sufre de pagas bajas y un cambio constante de personal. En su opinión, tener robots para lidiar con tareas simples permite a los guardias humanos asumir mayores responsabilidades _como manejar un pelotón de robots K5_ y muy probablemente ganar más dinero.

Li admite que esos empleos requerirían más entrenamiento y conocimientos tecnológicos, pero dice que al final la gente se va a beneficiar. Además, dice, es un error pensar que la intención es que los robots ocupen empleos de personas.

"Estamos trabajando ahora en 160 contratos y puedo nombrar quizás dos en los que se está hablando de eliminar puestos humanos específicos".

La cuestión de cómo _y cuán pronto_ los trabajadores van a ser desplazados por la automatización genera debates fieros, suficiente para preocupar a Bill Gates, que en una entrevista este año propuso un impuesto sobre robots como forma de morar la automatización y dar a las personas tiempo para prepararse. El fundador de Microsoft no ha hablado púbicamente sobre el asunto desde entonces.

Un informe el año pasado de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) concluyó que 9% de los empleos en Estados Unidos _unos 13 millones_ pudieran ser automatizados. Otros economistas dicen que el impacto sería mucho menor.

Varios analistas dicen que la expansión de la automatización deberá generar sus propios empleos, contrarrestando la desaparición de otros. Por ejemplo, dicen, se necesitarán trabajadores para fabricar y mantener robots y crear el software que los hace funcionar.

Anteriormente, la innovación tecnológica ha creado empleos de otra forma: el trabajo relacionado con nuevas tecnologías es usualmente más especializado y de mejor paga. Varios analistas dicen que gran parte de los ingresos adicionales de esos trabajadores es gastado en bienes y servicios adicionales, generando con ello nuevos empleos.

"Va a haber una vasta gama de empleos relacionados con la economía automatizada", dijo J.P. Gownder, analista de la firma de estudios Forrester. "Mucho de lo que vamos a estar haciendo es trabajando junto con los robots".

¿Pero qué pasará con las personas que pierden empleos a causa de la automatización y no pueden haber la transición a un empleo de mayor exigencia tecnológica?

Los legisladores en Hawai votaron en favor de explorar la idea de un ingreso básico universal para garantizar salarios a camareros, cocineros y limpiadores cuyos empleos puedan ser remplazados por máquinas. Kim, la supervisora municipal de San Francisco, estudia la idea de usar los ingresos generados por un impuesto sobre robots para suplementar los bajos ingresos de personas cuyos empleos no pueden ser automatizados, como asistentes de salud en hogares.

Doug Bloch, director político del consejo del sindicato Teamsters para el norte de California y el norte de Nevada, dijo que no ha habido despidos masivos de personas en hoteles, servicio de comidas y transporte por camiones a causa de automatización, pero advierte que se acerca el día.

Parte de su responsabilidad es asegurarse de que los choferes sindicalizados reciben compensación salarial y nuevo entrenamiento si pierden sus trabajos a causa de automatización.

"Se están creando todas las bases para ello", dijo. "Se está preparando la mesa para ese banquete y nosotros queremos asegurarnos de que nuestros miembros tienen un asiento".

Las compañías tecnológicas insisten en que sus productos mayormente asistirán _no desplazarán_ a los trabajadores. La empresa Savioke, con sede en San José, produce unos robots de 3 pies (91 centímetros) que entregan servicio de habitación en hoteles en los que pudiera solamente haber un empleado trabajando de noche. Eso permite al empleado permanecer en la mesa de recepción, dice Tessa Lau, empleada de la compañía.

"Nosotros venos a nuestros robots asumiendo tareas, no robando empleos", dijo Lau. "Si consideras una tarea caminar por un pasillo y esperar por un ascensor, Relay es bueno para eso".

De igual forma, Steve Simoni, Luke Allen y Gregory Jaworski tuvieron la idea de un robot que sirviese tragos cuando estaban en un bar atestado en San Francisco. No había servicio en las mesas, pero había un mar de personas sedientas.

"Todos queríamos otra ronda, pero alguien tenía que dejar la conversación y hacer cola junto al bar durante 10 minutos para traer los tragos", dice Allen.

Ellos crearon el Bbot, una caja que se desliza por encima de los comensales en una ruta fija del bar Folsom Street Foundry en San Francisco, llevando tragos pedidos por celular y servidos por un bartender que sigue recibiendo propina. EL bar está en el distrito de Kim en el barrio South of Market.

Simoni dice que la compañía es pequeña y que no debería tener que pagar un impuesto especial, pero le alegra que los creadores de políticas se estén preparando para un futuro con más robots.

"No sé si necesitamos establecer impuestos a las compañías, pero creo que es un debate interesante", dice.

En lo que a ellos respecta, dice: "Vamos a estar de parte de la innovación siempre. La innovación es lo que mueve el mundo".

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El periodista de The Associated Press Christopher Rugaber en Washington contribuyó para este reportaje

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