Pol?ticamente Correcto ?ser o no ser?

El pasado 14 de junio el periodista Álvaro Delgado publicó un artículo en la revista Proceso, este se titulaba: El Yunque pone a rodar su autobús transfobo... entre desorganización de promotores, el cual nos refiere que, la organización secreta de ultraderecha conocida como el Yunque inicio una campaña de homofobia en nuestro país, al retomar una estrategia utilizada en España que consiste en la circulación un autobús con consignas y frases consideradas como homofóbicas. En este caso se utilizaron las siguientes: "Los niños tienen pene, las niñas tienen vulva. Que no te engañen. Si naces hombre, eres hombre. Si eres mujer, seguirás siéndolo". Como era de esperarse el tema encendió las redes causando exasperación en los medios digitales, aunque, lo más interesante fue que inmediatamente las críticas y la descalificación no tardaron en llegar. Esto último me hizo formular las siguientes preguntas ¿Por qué lo políticamente correcto se ha convertido en una dictadura que gobierna con base en la descalificación y la intolerancia? ¿Por qué si comunidades como la LGBTTTI se expresan libremente, las comunidades con ideas distintas no pueden hacerlo de la misma manera?

Producto de lo anterior me he puesto a cavilar una y otra vez el sentido de ese término y el significante en lo  que se han convertido los medios digitales-pero especialmente-las redes sociales de hoy, han llegado al extremo de ser tribunales del Santo Oficio, evocando los mejores años de la vida inquisitoria en nuestro país durante el virreinato.

Indagando  más allá, encontré que el término fue acuñado para describir el lenguaje respetuoso e incluyente para los diversos grupos y minorías sociales, evitando a toda costa manejar estereotipos, palabras peyorativas u ofensivas. En este sentido, la utilización de esta categoría se ha desvirtuado a tal grado de convertirse en algo totalmente opuesto; Juzgar (con prejuicios y sin argumentos) además de linchar mediáticamente todo aquello que vaya a parar en redes sociales.

Nos enfrentamos pues, a la nueva policía del pensamiento, extraída de las profundidades de la ignorancia, aderezada con una ¿pizca? de intolerancia. Comparada con su homóloga de la novela 1984, la policía del pensamiento es un cuerpo de élite.

Este fenómeno, aunque no lo parezca, ya se había visto a inicios de milenio. La televisión mexicana fue pionera en iniciar estos "linchamientos"  claro ejemplo de ello son los dos episodios  en la historia reciente de la televisión. El primero es la muerte del conductor Paco Stanley a manos del crimen organizado, una vez cometido el asesinato, la prensa-especialmente tv Azteca-se dedicó a crear una campaña de desprestigio en contra del gobierno de la ciudad arguyendo su incapacidad de mantener la seguridad en la metrópoli, a sabiendas de que existían muchas dudas en el caso y el claro nexo con el narcotráfico. El segundo, son los video-escándalos, mismos que intentaban destapar los casos de corrupción por parte del partido opositor que regía la ciudad durante los primeros años del 2000. No dudo de  que exista corrupción en la mayoría de partidos políticos lo que si dudo es la verdadera intención de estos "videos" pues sirvieron como herramienta política para la sucesión presidencial de 2006.

Por aquellos años, las redes sociales se encontraban en vías de desarrollo, en ese tenor los medios de comunicación tradicionales tenían una influencia beligerante en la sociedad civil, puesto que ciertos medios se encontraban elitizados al margen de convertirse en mercenarios del mejor postor o causa. Quizá por lo anterior, el fenómeno que estamos mencionando no era tan visible o al menos no lo suficientemente atractivo para convertirse en tema de análisis. Sin embargo, con el inicio de una nueva era digital mediante la diversa gama de software, puesta al alcance de cualquier persona (con una capacidad adquisitiva regular) el problema se salió de control ya que esto significó armar mediáticamente a todos y cada uno de los integrantes de la sociedad civil lo que trajo como consecuencia los resultados que vivimos hoy en día.

Si bien es cierto que gran parte del siglo pasado fue marcado por la lucha incesante de los distintos grupos y minorías sociales por alcanzar espacios de expresión y recreación, con la llegada de un mundo digital las luchas no solo se extrapolaron, sino que revirtieron la constante que los había guiado hasta ese entonces, dicho de otra forma, las víctimas se convirtieron en victimarios.

Hoy en día expresar ideas contrarias a lo que las redes exponen como sano, correcto y perfecto es equivalente a ser la persona más mala del mundo (en el estricto significado axiológico de la palabra) y digo mala porque no hay espacio ni tiempo para describir toda la serie de improperios y vulgaridades expresadas.

Me queda muy claro que todo avance trae consigo un retroceso, de ello resulta necesario advertir que, la falta de regulación en redes sociales y los medios digitales han provocado la polarización de sectores,esto aunado a la falta de un intercambio de ideas de forma objetiva, pero sobre todo el inicio de una ciber-tiranía gobernada por todos y cada uno de los que postean información falsa, comentarios altisonantes y publicaciones visiblemente intolerantes.

Entonces es fuerza concluir que es utópico considerar la idea de regular el ciberespacio así pues y como en la mayoría de grandes cambios este empieza en uno mismo, por mi parte me reservo el derecho a postear, comentar o publicar temas o ideas en las que carezco de información, por otra parte rechazo cualquier tipo de juicio sobre algún hecho o suceso sin que existe prueba fehaciente del cometido. Consecuentemente declaro que no soy políticamente correcto y acepto que solo intento respetar toda clase de posiciones o ideologías de la mejor forma. Después de todo nadie está exento de quedar fuera de lo inn y vivir en el out.

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