Presidente colombiano galardonado con el Premio Nóbel de la Paz

Es sabido que el Premio Nóbel, no se trata tan solo de una prestigiosa distinción académica que se otorga por investigaciones, descubrimientos y/o aportes a la humanidad; sino que, además de eso, es un reconocimiento de carácter político. Especialmente en ciertas categorías como Economía, Literatura, y -sobre todo- Paz, la más política de todas las categorías, a la par de polémica.

Basta si no repasar el listado de pasados galardonados con el reconocimiento. Salvo muy honrosas y contadas excepciones, como la de la joven activista pakistaní Malala Yousafzai (la ganadora más joven del Nóbel en cualquier categoría, dicho sea de paso), el fundador de la Cruz Roja Internacional Henri Dunant, Martin Luther King, o Nelson Mandela; en general, son discutidas las razones por las que se distingue con el mismo a una persona u organización.

Entre una larga lista de polémicos ganadores se encuentran: Barack Obama, Frederick de Klerk (último presidente de la Sudáfrica del apartheid, y co-ganador junto a Mandela en 1993), Henry Kissinger (Secretario de Estado del gobierno de Richard Nixon), Yasser Arafat, la Unión Europea (antes del "Brexit"), Menachem Begin (Primer Ministro Israelí), Anwar Al Sadat (Presidente de Egipto), George Marsahll (ideólogo del Plan Marsahll). Todos ellos, tenían razones que justificaban su reconocimiento el año en que les fue concedido. Ya sea porque lideraron negociaciones de paz entre dos bandos en conflicto (los casos de Kissinger, Arafat, Begin y Al Sadat), o porque iniciaron el fin de una era (De Klerk con el apartheid en Sudáfrica), o idearon un plan (Marshall, con el de la reconstrucción de Europa Occidental), o simplemente porque fue un soplo de aire fresco frente a la tónica imperialista y belicista de su antecesor (Obama). Pero también, cada uno de ellos, tenía antecedentes y acciones que los convertían en candidatos no del todo ideales para un premio que en el imaginario colectivo, se supone que es para personas comprometidas desde siempre con el pacifismo y la no violencia. O sea: para militantes pacifistas.

Sin embargo, el giro más irónico de todos, y el mayor error del Premio Nóbel de la Paz, sea a quien no se lo otorgaron nunca: Mahatma Gandhi. Pese a que fue nominado 5 veces durante su vida.

Hoy, con el reconocimiento al Presidente Santos, nuevamente el Comité Nóbel refuerza este concepto de que se trata de un premio eminentemente político. Una de las razones esgrimidas, además mencionar su liderazgo en el proceso de 4 años de negociaciones de paz entre el Estado colombiano y las FARC, también es un apoyo: "para que el proceso de paz no muera tras el fracaso en el referendo". Una declaración de intención clarísima. Y una fiel reflejo de la expectativa con la que el mundo miraba al proceso de paz colombiano, y como resultó de sorpresivo el resultado del plebiscito.

A menos de una semana de la derrota en las urnas del acuerdo pactado entre el gobierno de Santos y las FARC, y cuando hay dudas que se ciernen como nubes agoreras respecto al futuro de las negociaciones, con el Presidente Santos golpeado y tal vez en su hora más baja; el Comité Nóbel de la Paz da una señal clara de respaldo al proceso de paz, y de alguna forma, busca arropar con el prestigio de su premio a Santos.

Muy posiblemente Santos pase a estar en la lista de polémicos ganadores. Pero si este galardón sirve, aunque sea simbólicamente, para que el proceso de paz en Colombia siga avanzando; poco importará en el futuro si Santos era quien lo merecía más o no en este 2016.

 

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